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Grita como Angelica: “Has reconciliado a dios con mis orgasmos!!!”. Bendice sobre este desierto de agujeros y pozos el sexo que nos habita, al dios que se corre y folla y sangra sobre los pechos abiertos como granadas, bendíceme sobre esta tela, mi piel arrugada de sed de deseo, llena de yaguas que devienen lo posible de encarnarse y ser real, de despertar y levantarse.

*En Magdalena* paso a través de este desierto con la bandera blanca de lo permitido. Quiero follar sobre ella, bendecirla con lo indeseable, correrme sobre su rostro pulcro y su juicio de nuestros cuerpos.

Dame de beber mi amor! Nos atravesamos buscando una fuente, ¿Es esto una fuente? Esta historia de soñar saliva y besar tus palmas. Cierra los ojos, ya no queremos más banderas blancas como su esperma*. Re-unámonos al límite de lo real y lo deseable, de este desagüe de permisos, ya no queremos más permisos gracias.

Estamos en todas las zonas sin nombre,
y nombrarnos
Llamarnos
Mi amor!
Rayaremos impuro lo bendecío* sobre todas las puertas y ventanas de este desierto, Y pasaremos bajo su arco convertidas en la fuente.

La tela es un espacio de tensión donde se da lo posible, objeto que se vuelve violento encarnando una realidad en descomposición, un desfase entre lo abstracto y lo concreto que deviene símbolo, el símbolo de algo que todavía no ha desaparecido y que es precario y llora.

Es la bandera con la que nos dieron de beber veneno, la que confundimos con frontera, la que aparecía en todas las leyendas, la bandera de las noticias, la que tapó el desagüe y secó el pozo. Ahora nos hemos corrido sobre ella y por fin nos pertenece, por fin nos da de beber chorreando sobre nuestras bocas.
Un pañuelo que cubre, que cae, que olvida que es bandera o trapo o residuo. Tela petrificada para siempre que algún día envolvió un bebe, tapó una herida. Nada. Otro. Cuantas cosas caben en un pañuelo, cuantas cosas desaparecen tras un pañuelo. Qué tierna la tela en contacto con lo brutal. El frío metal. Pañuelo de metal que interactue con el no-cuerpo-espacio. El encuentro con la dimensión confusa más allá de mi cuerpo, mi no-cuerpo: Lo otro.
¿Se puede transitar el espacio? Podemos we can
Para levantarse hay que poder ver las llagas
Dios, lo que se supone que pasaría y que no está pasando, el desencanto del capitalismo acelerado. Sentir que no podemos avanzar, que necesitamos permiso. Tragadas o petrificadas. Todas somos medusa, congelamos tu bandera con agujeros.
Ya no queremos más banderas blancas. La risa de la medusa


Hablar del desierto. De no querer banderas blancas, arrugarse como se arrugan las pieles, esta es mi piel abandonada. Desaparezco en lo inhóspito, y vuelve (volvemos)/ reaparecemos.
Buscar refugio en la hostilidad, taladrar las piedras y las ruinas, hablar de plantas que sobreviven más que la sed y convertirse en una.
Un pequeño pozo de resina de donde salen las gasas para curar mis heridas o a donde van?
Pozo/Desague/ destino o procedencia. Qué son las telas, somos nosotras? Es piel ( piel que tí puedes ponerte, todo lo que cabe dentro de una maleta para poder irnos e iniciar el tránsito y pasar. Intentar pasar. ¿Nos dejarían pasar? A este camino lo llamaré EL PERMISO: Así lo estamos esperando.